El pecador, el que llevaba una vida imperfecta, sólo puede esperar misericordia. No busca el reconocimiento, ni la alabanza, sólo la mirada llena de misericordia del Padre al final del camino.
Me ha sucedido muchas veces. A medida que avanzo en la lectura de las homilías, me voy integrando en ellas de suerte que tengo la sensación de que estoy leyendo mis propios pensamientos con mis propias palabras, y de que estoy haciendo una reflexión sobre ellos. Un ejemplo palpable de santa convicción, mérito del oficiante.
Me ha sucedido muchas veces. A medida que avanzo en la lectura de las homilías, me voy integrando en ellas de suerte que tengo la sensación de que estoy leyendo mis propios pensamientos con mis propias palabras, y de que estoy haciendo una reflexión sobre ellos. Un ejemplo palpable de santa convicción, mérito del oficiante.