María acoge el sí dado a nuestra historia, a nuestro camino. Le pertenecemos por entero a Dios. María nos recibe con su corazón abierto. Somos parte del Santuario. Somos santuarios vivos.
Me ha gustado mucho la reflexión de la ventana, y pensaba en todos aquellos que estos días hemos vivido el jubileo desde la ventana, porque no pudimos estar ni en Vallendar ni en Roma con el Papa. No formamos parte del ruido del valle, ni en la audiencia con el santo padre, y sin embargo, formamos parte de ese silencio que escuchaba desde el corazón, en nuestro hogar. Me siento afortunada de haber podido estar en la ventana. Feliz de estar mirando, porque se puede estar sin mirar. Incluso podías renunciar a ese mirar por el no sentirte invitado. Estoy feliz porque podría no haber visto ni siquiera la ventana, pero la vi, y me asomé, y miré.
Me siento feliz por estar en la ventana, porque sé que muchos de los que estuvieron dentro, también me llevaron en el corazón y en ellos estaba yo también. Porque schoenstatt es familia y comunión. Vínculo y unidad.
Me siento feliz de estar en la ventana, porque siento también esa mirada de María, y al igual que el señor se sintió tocado por una mujer entre la multitud, sintiendo de forma especial su fe, así María ha mirado también a todos aquellos que pudimos mirarla en el santuario ese día, sólo desde el corazón.
Me siento afortunada de haber podido estar acogiendo en el santuario filial a tantos peregrinos. Feliz porque ya se hacía misión en tantos lugares. Feliz de que se hiciera centenario también allí, de ser parte de la acogida de tantos. Allí éramos ventana para tantos…… Me siento feliz de schoenstatt, de recibir esa efusión de gracias igual desde la ventana, a veces incluso el calor allí, es mas intenso.
Me siento feliz porque me doy cuenta que siempre veo ventanas, siempre hay ventanas para verla a Ella. Feliz de que María a través de ellas pueda verme siempre, a veces incluso son lugares de honor.
Ya sea desde la ventana o desde el interior, a todos nos ha penetrado este jubileo en lo mas hondo. Gracias por su reflexión padre.
Me ha gustado mucho la reflexión de la ventana, y pensaba en todos aquellos que estos días hemos vivido el jubileo desde la ventana, porque no pudimos estar ni en Vallendar ni en Roma con el Papa. No formamos parte del ruido del valle, ni en la audiencia con el santo padre, y sin embargo, formamos parte de ese silencio que escuchaba desde el corazón, en nuestro hogar. Me siento afortunada de haber podido estar en la ventana. Feliz de estar mirando, porque se puede estar sin mirar. Incluso podías renunciar a ese mirar por el no sentirte invitado. Estoy feliz porque podría no haber visto ni siquiera la ventana, pero la vi, y me asomé, y miré.
Me siento feliz por estar en la ventana, porque sé que muchos de los que estuvieron dentro, también me llevaron en el corazón y en ellos estaba yo también. Porque schoenstatt es familia y comunión. Vínculo y unidad.
Me siento feliz de estar en la ventana, porque siento también esa mirada de María, y al igual que el señor se sintió tocado por una mujer entre la multitud, sintiendo de forma especial su fe, así María ha mirado también a todos aquellos que pudimos mirarla en el santuario ese día, sólo desde el corazón.
Me siento afortunada de haber podido estar acogiendo en el santuario filial a tantos peregrinos. Feliz porque ya se hacía misión en tantos lugares. Feliz de que se hiciera centenario también allí, de ser parte de la acogida de tantos. Allí éramos ventana para tantos…… Me siento feliz de schoenstatt, de recibir esa efusión de gracias igual desde la ventana, a veces incluso el calor allí, es mas intenso.
Me siento feliz porque me doy cuenta que siempre veo ventanas, siempre hay ventanas para verla a Ella. Feliz de que María a través de ellas pueda verme siempre, a veces incluso son lugares de honor.
Ya sea desde la ventana o desde el interior, a todos nos ha penetrado este jubileo en lo mas hondo. Gracias por su reflexión padre.
Un abrazo
Shm