Jesús amaba la casa de Marta, María y Lázaro. Allí era acogido y recibido. Amaba ese hogar en el que su alma podía descansar y recobrar la paz después del duro trabajo de cada día. Allí estaba en familia. No había que hacer nada. Sólo estar y compartir la vida. No había que demostrar nada, ni poner la mejor cara. Uno era aceptado sin preguntas, sin quejas ni reproches. Cada día, cada atardecer. En los seis días antes de su crucifixión, Jesús fue a la ciudad de Jerusalén durante el día, pero siempre se retiraba a Betania para pasar la noche. En los últimos días de su vida en esta tierra, Jesús pasó todas las noches en Betania, donde encontró refugio, descanso, seguridad y paz.
Muchas gracias Padre Padilla por enviarme todos los domingos la meditacion . Realmente nos ayuda mucho, en el grupo a que pertenezco : La campaña del Rosario de Nuestra Sra de Schoenstatt, ya que nos reunimos desde hace 25 años todos los miercoles en la Parroquia Maria Auxiliadora de la ciudad de Trelew, Pcia del Chubut. Republica Argentina .
Muchas gracias
Cariños
Angelica Cassino
Gracias Padre, preciosas palabras para este tiempo de reflexión y conversión.