Mirando hacia delante, en el umbral de un siglo, me preguntaba, ¿cómo sueño el Schoenstatt de los próximos cien años? La misión que tenemos por delante es muy sencilla. Es la misión de María. Ella, llena de gracia, llena de Dios, se puso en camino. Ella, alegre por el Señor, quiso compartir su alegría. ¿No tenemos acaso nosotros el pozo lleno después de nuestro jubileo? ¿No se ha llenado el alma con tanto amor recibido? Estamos llamados a entregar lo que vivimos. La alegría que llena el corazón.
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