Siempre que escucho este Evangelio de Emaús me sorprenden varias cosas. ¿Por qué se le aparece a dos discípulos de los que nunca habíamos escuchado hablar? ¿Por qué realiza con ellos el signo más importante y definitivo de su camino, el partir el pan, que expresa su muerte, su entrega por amor, el sentido de su vida? ¿Por qué no sabemos nada más del destino de estos dos discípulos conversos? No hay respuesta a todas las preguntas, pero lo que parece más claro, es que Lucas quiere hacernos una verdadera catequesis. Nos muestra un camino de vida, el de los discípulos desconocidos, el nuestro, ya que nos podemos identificar con aquel de los discípulos que no desvela su nombre. Quiero invitaros a recorrer ese camino, a dejarnos acompañar hoy por Cristo, a profundizar en nuestra vida, como hicieron entonces, Cleofás y su compañero de viaje.
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