Los apóstoles, en su desesperación, sólo esperaban la llegada de aquel Espíritu que no conocían, gracias a la presencia de María. Tenían miedo, ya no podían descansar en Jesús y por eso se escondieron en el Cenáculo con María. No se atrevían a exponerse porque temían la muerte. Sólo María podía congregarlos, mantenerlos unidos en el amor. Sí, el amor es lo único que pude mantenernos unidos.
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