IV Domingo tiempo ordinario
Quiero vivir alegre y contento. Es un don de Dios. Mi tesoro es mi pobreza. Mi felicidad es mi tristeza. Soy mirado y amado profundamente en lo que soy, en lo que vivo, en lo que me falta.
Quiero vivir alegre y contento. Es un don de Dios. Mi tesoro es mi pobreza. Mi felicidad es mi tristeza. Soy mirado y amado profundamente en lo que soy, en lo que vivo, en lo que me falta.
Me ha llamado Jesús para estar con Él. A su lado. En su camino. Quiere que viva a solas con Él. En medio de su luz. No pretende que yo salve a toda la humanidad con mi entrega heroica.
Me dice que lo siga siempre. Que siga sus pasos torpemente. Y que confíe en que siempre, caído o levantado, va a estar conmigo sosteniendo mi vida. Es el mayor consuelo. Me da paz.
No quiero callar cuando puedo decir algo bueno. Cuando puedo proteger y alimentar el amor. Guardo las palabras de Dios en mi corazón. Las regalo. Me hago portavoz de las palabras de Dios.
Hemos visto su estrella y venimos a adorarlo.
Dios me quiere con locura. Ama mi vida como es. Sin pensar en todo lo que podría llegar a ser. Me abraza como soy ahora y se conmueve. Quiero alegrarme de estar donde estoy, de ser como soy.