Quiero optar y elegir bien qué caminos sigo, a quién sigo. En mis elecciones se esconde el sentido de mi vida. Quiero seguir a un Dios sereno, que le dé serenidad al alma. Un Dios en el que descansar.
La búsqueda enfermiza de la soledad puede hacerme egoísta. No deseo esa paz egoísta en la que me encuentro seguro y protegido. No es ese el Jesús que vive en mi corazón, el Jesús al que sigo.
Dios puede hacer una obra de arte con nosotros si nos dejamos tocar por su misericordia. Nos mira y se enamora más todavía de nuestra fragilidad. Esta mirada de Dios nos salva siempre.
Quiero aprender a besar las circunstancias que me gustaría cambiar. Si confío todo es diferente. Mi mirada sobre mi vida es diferente. Quiero confiar en ese poder de Dios. En su misericordia.