Puedo dar más de mí mismo si no me ponen barreras limitantes. Yo puedo. Sí puedo. Porque alguien cree en mí, me sostiene en mis límites, ve más allá de mis barreras.
Un Dios que ama de forma tan palpable. Me conmueve. Ese Dios que se despoja de su distancia para hacerse cercanía. De su infinitud para hacerse finito. De su invisibilidad para hacerse visible.
Dios nos atrae siendo diferentes en un camino común. Desaparecen las barreras. Se rompen las distancias. Todo es posible porque miramos y escuchamos con el corazón.
Es en los que me aman, donde aprendo de verdad todo lo que valgo. Y me acepto. Y me quiero. Y descubro mis sombras. Y veo los sueños y la luz. Y desvelo los deseos más auténticos.