Miro la paz de esta noche. Y abro mi alma vacía. La vida se juega en mi sí sencillo delante de un establo. En mi fidelidad ante una vida ordinaria en la que no hay milagros. Y toco su carne débil.
Miro a Dios cuando estoy turbado y alegre. Lo miro en este tiempo de espera del Adviento. Miro a Dios que me mira en mi alma y me conoce, y me comprende. Sabe cómo estoy, cómo me siento.
Vivo ahora en Adviento la posesión de ese niño alegre entre mis brazos. No aguardo el día feliz que puede que no venga. Vivo ya la Navidad en ese camino de María y José sobre su burro.
Dios me redime, me salva. Y yo me abro a la gratuidad de ese amor que desciende sobre mi vida. Me gustaría vivir siempre así. Agradeciendo. Me gustaría tener más libertad interior.