La paz se construye desde el respeto, la humildad y la aceptación. Para comprender a los demás tengo primero que aprender a estar en paz y cómodo en el lugar en el que estoy.
Hacen falta hombres libres que no se dejen someter al querer de los que le rodean. Que no quieran ser superhombres y logren hacer del poder un servicio. De su vida una ofrenda de amor.
Nuestro sí a Dios es el sí a nuestros miedos. El sí a lo que nos quita la paz. Es desear lo que tememos. Y no temer perder lo que deseamos. Es vivir anclados en el corazón firme de Cristo.
Es necesario aprender a acercarnos a las personas sin prejuicios. Escuchar lo que hay en su alma. Asombrarnos con sus misterios. Caminar a su lado. Alegrarnos con la belleza de su vida.