Me gustan los niños con mirada sencilla. Me gusta el niño que llevo dentro. El niño que se esconde y sale a veces, cuando se siente en casa. Jesús fue niño, amó a los niños, rió como niño.
Tengo que escribir mis fuentes de mi alegría en un lugar visible, para no olvidarlas. ¿Cuál es mi propia lista? Si las olvido pierdo lo más importante, pierdo el sentido de mi vida.
Jesús no formó un ejército en orden de batalla. Eligió hombres y los mandó a la misión. Todos originales. Todos diferentes. Escuchó lo que había en su alma, respetó sus sentimientos.
Jesús me invita a tener un alma grande. Su gracia me basta. Él construye sobre mi vida con sus carencias y riquezas. Dios llena la grieta de mi alma con la fuerza de su amor.