Mirar mi vida como es hoy y sonreír. Saber que hay cosas que cambiaría sin problemas. Otras que me gustan y quiero. Sólo me queda aceptar que la realidad es la que es y no hay que tenerle miedo.
Lo que sana es el amor incondicional de Dios, que no depende de mi respuesta, que siempre tiende su brazo hacia mí, queriendo que me conmueva, que me deje amar.
Me gustaría aventurarme por la vida con un corazón de niño. Tocar la belleza más sencilla. Me encantaría desentrañar misterios, descubrir la luz. Dar claridad y aire a los cuartos oscuros.
¿Cómo hacer para vivir el día como vivía Jesús? No es tan sencillo, pero lo deseo. Caminar, soñar, tocar, mirar y pensar que todo lo que tengo es una oportunidad que Dios me da para amar la vida.