¿Me conozco? ¿Me quiero? ¿Sé qué cosas buenas tengo, lo que me hace único y diferente? ¿Conozco el tesoro enterrado en mi corazón? Conocer mi alma implica ver que hay oro en mi interior.
El fruto es una gracia, un don, un regalo por nuestro sí generoso. Ese fruto es inmenso, supera nuestra entrega, lo poco que hemos puesto como prenda. Su amor siempre supera nuestro amor.
Benditos los que se cansan porque tendrán el descanso verdadero en el pecho del Señor, en su momento, cuando lo hayan dado todo. Somos felices cuando nos cansamos por amor.