Mirar mi vida como es hoy y sonreír. Saber que hay cosas que cambiaría sin problemas. Otras que me gustan y quiero. Sólo me queda aceptar que la realidad es la que es y no hay que tenerle miedo.
Me ha hecho mucha ilusión leer en su homilia de hoy unas palabras del Padre Chaminade fundador de la Orden de los Marianistas y creador de nuestro Colegio, que vivió una sangrienta persecución religiosa durante la Revolución Francesa como la que el Padre Kentenich sufrió en la II Guerra Mundial.
El Evangelio de hoy es quizás uno en el que vemos a Jesús más cercano a nuestra condición humana, al verse abandonado y sometido a las tentaciones del demonio, como nosotros.
Que sufrimiento tan profundo siendo Dios, al verse solo y abandonado en el desierto
durante cuarenta días con sus noches, dandonos una prueba evidente de su grandeza humana siendo al mismo muy esclarecedora para nosotros que abandonamos a las primeras de cambio.
Quizás esos días en el desierto fué el tiempo necesario para que Jesús, el hombre, tomara fuerzas para hacer frente al enorme sacrificio que sabía tenía que sufrir, para liberarnos de todas nuestras culpas.
Es también para nosotros el tiempo preciso para reforzar nuesta voluntad y tomar fuerzas para soportar los continuos ataques que cada día sufrimos en este mundo de locos en el que nos encontramos.
Gracias Padre por sus consejos y esfuerzos para ayudarnos a pensar y a darnos cuenta de nuestras limitaciones, que solo la gracia de Dios nos hace capaces de superarlas.
Un fuerte abrazo
Pepo
Me ha hecho mucha ilusión leer en su homilia de hoy unas palabras del Padre Chaminade fundador de la Orden de los Marianistas y creador de nuestro Colegio, que vivió una sangrienta persecución religiosa durante la Revolución Francesa como la que el Padre Kentenich sufrió en la II Guerra Mundial.
El Evangelio de hoy es quizás uno en el que vemos a Jesús más cercano a nuestra condición humana, al verse abandonado y sometido a las tentaciones del demonio, como nosotros.
Que sufrimiento tan profundo siendo Dios, al verse solo y abandonado en el desierto
durante cuarenta días con sus noches, dandonos una prueba evidente de su grandeza humana siendo al mismo muy esclarecedora para nosotros que abandonamos a las primeras de cambio.
Quizás esos días en el desierto fué el tiempo necesario para que Jesús, el hombre, tomara fuerzas para hacer frente al enorme sacrificio que sabía tenía que sufrir, para liberarnos de todas nuestras culpas.
Es también para nosotros el tiempo preciso para reforzar nuesta voluntad y tomar fuerzas para soportar los continuos ataques que cada día sufrimos en este mundo de locos en el que nos encontramos.
Gracias Padre por sus consejos y esfuerzos para ayudarnos a pensar y a darnos cuenta de nuestras limitaciones, que solo la gracia de Dios nos hace capaces de superarlas.
Un fuerte abrazo
Pepo